Las empresas son seres vivos, qué evolucionan, que cambian y por ello muchas veces se hace imprescindible un rediseño de marca, o un proceso de rebranding.
Abordar un cambio de marca o un rebranding no es cualquier cosa, es un proceso laborioso que debe realizarse con cuidado, ya que ponemos en riesgo la percepción que los clientes o potenciales clientes, puedan tener de la empresa.
Lo primero que hay que plantear es el motivo. Una empresa no cambia de imagen corporativa por capricho, siempre hay un motivo y se debe analizar tanto el motivo como cuál es el objetivo del nuevo diseño.
También hay que aclarar que un rebranding no es cambiar el isotipo de la marca y ya está. La marca es mucho más que un isotipo o un isologotipo, es por ello que también hay que analizar qué partes de la marca se tienen que cambiar.
Definir motivos.
Los motivos del rebranding pueden ser muy diversos, pero los más comunes suelen ser los siguientes:
Imagen anticuada. Nuevo impulso.
Se suele hacer cuando la imagen corporativa en su conjunto se ve anticuada en comparación con otras empresas del sector. Suele ser el caso más habitual.
Nuevos servicios.
Se suele hacer cuando la empresa añade nuevos servicios o nuevos productos a su catálogo, o abarca un nuevo sector y se detecta que la imagen actual ya no es representativa.
Servicio más especializado.
Es el caso contrario al punto anterior, la empresa se especializa en una serie de productos o servicios o se orienta claramente hacia un público objetivo determinado.
Una vez están definidos los motivos, hay que definir lo que hay que cambiar. Puede ser el isotipo, puede ser el isologotipo completo o incluso podría ser el mismísimo nombre de la empresa. Lo importante es no hacer borrón y cuenta nueva, es mejor aprovechar lo que ya se tiene en historia de la marca, en experiencia, etcétera. Es decir, no se trata de borrarlo todo y empezar desde cero se trata de hacer una evolución.
Definir elementos a modificar.
Lo primero que tenemos que hacer para saber los elementos que tenemos que cambiar, es un estudio de mercado. Pero no nos asustemos, no hace falta gastarse un dineral en un estudio de mercado, contratado a una agencia como si fuéramos una gran compañía, se pueden hacer estudios de mercado low cost, hecho por nosotros mismos y echando mano de lo más valioso que tenemos, qué es el feedback de los clientes.
En cada llamada, en cada visita del comercial, en cada interacción con los clientes con los que tengamos cierta confianza, podemos comentar la intención de cambiar partes de la marca de la empresa, comentando por encima los motivos o incluso mostrar un diseño beta, si ya se dispone de él, y solicitamos opinión.
Esto tiene dos principales ventajas. Por un lado tenemos la opinión del cliente, que a fin de cuentas es la más valiosa, y aparte, en cierto modo, también se siente partícipe del proceso de cambio lo que genera más fidelidad.
Generar expectativa
Una vez tenemos todo preparado, publicamos, compartiendo con clientes, seguidores y proveedores el cambio del diseño de marca, sin descubrirla en ese momento. En su lugar se anunciará una fecha y una hora en las que se publicará de forma definitiva.
Eso genera una expectativa, y ahí la curiosidad juega a nuestro favor. Se puede incluso poner un contador hacia atrás, qué indique los días que faltan. Los clientes que hayan participado en el feedback, tendrán curiosidad por saber si se ha usado alguna de sus sugerencias.
En fin. Un rediseño de marca no es cualquier cosa. Pero cuando toca acometer esta tarea, hay que hacerlo de forma metódica y sin saltarse ningún paso.
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Nos leemos en la próxima entrada.